Actualmente, en educación vemos como se está
reivindicando la educación emocional por los beneficios que esta aporta al
individuo, no solo para el aprendizaje de lo que estipula el currículum
académico, sino para el manejo y control de las emociones de manera que nos
permitan avanzar en la toma de decisiones, regulando así nuestra conducta que,
más adelante, influirá directamente en el aprendizaje. Es por ello que, también,
se reivindica la falta de atención recibida a los aspectos emocionales y
personales dentro del currículum académico. Existen necesidades relacionadas con
el manejo del estrés, la ansiedad, el miedo, entre otras, para poder afrontar
los aprendizajes. Tal y como nos dice Bisquerra (2011), estas necesidades son consecuencia
del “analfabetismo emocional”, es decir, no sabemos leernos a nosotros mismos,
ni tampoco nuestro alumnado.
Este autor nos dice que la educación emocional tiene como objetivo el
desarrollo de competencias emocionales. Entendemos las competencias emocionales
como el “conjunto de conocimientos, capacidades, habilidades y actitudes
necesarias para tomar conciencia, comprender, expresar y regular de forma
apropiada los fenómenos emocionales” (Bisquerra, 2011, p. 11). Dentro de
las competencias emocionales están la conciencia y regulación emocional,
autonomía emocional, competencias sociales, habilidades de vida y bienestar.
La necesidad de una educación emocional es evidente, puesto que desde
los primeros años de vida estamos expuestos a estímulo que provocan en nosotros
una reacción que, mal gestionada, puede desencadenar en bucles emocionales
tóxicos que repercutirían de manera directa en nosotros mismos. La educación
emocional, requiere, por tanto, una práctica continuada, para ganar la competencia
suficiente para aprender de forma sana y eficaz, por tanto, no es de extrañar
que se reclame en educación infantil y primaria y se reivindique su práctica en
las escuelas avalada por la ley y el currículum.
Tal y como nos recuerda Biquerra (2011), las emociones negativas son
inevitables, por lo que es importante aprender a regularlas de forma apropiada.
En cambio, las emociones positivas hay que buscarlas y para ello es interesante
aprender a construirlas, pues su búsqueda y nuestra inquietud por encontrarlas
no garantizan que esto pase.
Todo esto que menciono anteriormente parece obvio, pero la realidad es que no hay currículum que establezca contenidos y criterios que se puedan evaluar en relación con la educación emocional y, para ello es importante tener el hogar como primero modelo de aprendizaje emocional.
En la situación actual que vivimos, debido al COVID-19, nuestro hogar es el referente principal en la gestión de multitud de emociones estamos sintiendo. Por tanto, más que nunca, entendemos la importancia de la familia como docente emocional, como guía. Hablando del hogar y las emociones, no puedo evitar acordarme de un libro leido al principio de la carrera donde, precisamente, se hablaba de la familia como escuela de emociones:
Portada del libro "La familia, la primera escuela de las emociones" de Mar Romera |
Me acuerdo de cuando descubrí a Mar Romera en una conferencia sobre educar con "3 ces", pero además de ello, es una profesional experta en educación emocional. No es únicamente su formación lo que me hace ganar confianza en ella, sino la trasmisión de su propia experiencia emocional a través de sus libros y formaciones.
Como se ha mencionado anteriormente, la situación actual es un reto emocional que se está viviendo en el hogar y, en ocasiones, tendemos a infravalorar la capacidad de los niños para enfrentarla, cayendo en la sobreprotección. Mar Romera nos habla de forma breve sobre la consecuencia directa de la sobreprotección en los niños:
Ella misma afirma su confianza en la infancia para aprender a gestionar las emociones "de manera oportuna con la intensidad oportuna".
Tomándola como una educadora comprometida y competente, me cuestiono si realmente, somos capaces, con la formación dada en la universidad, como futuros docentes, de confiar en la infancia para aprender a construir personalidades fuertes y sanas que sean capaces de superar con éxito situaciones como la presente. Para reivindicar educación emocional en los centros educativos de infantil y primaria debemos, sin duda, reivindicarla en nuestra formación universitaria.
REFERENCIAS DOCUMENTALES
Bisquerra, R. (2011). Educación emocional. Propuestas para educadores y familias. Bilbao: DESCLÉE DE BROUWER
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