La neuroeducación o neurodidáctica es una nueva visión de la enseñanza
que se basa en aportar estrategias y
tecnologías educativas centradas en el funcionamiento del cerebro.
Esta nueva disciplina educativa fusiona los conocimientos sobre neurociencia,
psicología y educación, con el objetivo de optimizar el proceso de
enseñanza y aprendizaje.
Tiene sentido tener en cuenta el funcionamiento del cerebro en cada
aprendizaje puesto que en cada uno se establecen conexiones neuronales, la
mayor parte de estas, según demuestra la neuroeducación se forman en los 3
primeros años de vida y nuestro objetivo como educadores es forjar estas
conexiones y ayudar a que sean potentes, tanto a la hora de generar nuevos
aprendizajes como a la hora de afianzarlos.
Como futuros docentes, necesitamos conocer el cerebro y tener muy claro
qué cuenta, principalmente, en educación. Las evidencias científicas nos dicen que, en neuroeducación, las funciones ejecutivas son la clave y estas se
ubican en el lóbulo frontal de nuestro cerebro.
Fuente: GOOGLE |
Las funciones ejecutivas son las que nos va a permitir tomar decisiones,
planificar, regular nuestro aprendizaje, por tanto, son las funciones que nos
permiten controlar nuestras acciones. Concretamente, los investigadores nos hablan de tres de ellas: inhibición del impulso, memoria de trabajo y flexibilidad cognitiva. Estas son
fundamentales para el éxito y Jesús Guillén las explica genial con un juego en
el siguiente vídeo:
A lo largo de lo cursado en el grado, se ha tenido en cuenta aspectos innovadores dentro de la educación que, sin querer, como estudiante trasladaba a la metodología e intentaba ser creativa, pero siempre me rondaba la cabeza la idea de que innovar no es inventar. Necesitamos una justificación para las innovaciones que queramos hacer en nuestro futuro profesional y es, quizá, la neuroeducación un argumento potente que promete mejorar el aprendizaje del alumnado. También, en trastornos de origen neuronal, como la dislexia o TDAH, el entrenamiento de las funciones ejecutivas claves serían bastante interesantes a la hora de hacer adaptaciones curriculares. Por tanto, desde la responsabilidad que tenemos como estudiantes, debemos caer en la idea de que nuestra formación debe ser continua. Dedicar tiempo a temas innovadores, que además tienen evidencias de su eficacia, debería ser un requisito indispensable en nuestra conciencia de formación y, más aún, cuando sentimos que necesitamos saber más de lo que no nos enseñan a lo largo de la carrera.
REFERENCIAS DOCUMENTALES:
Guillén, J. (2019). El cerebro ejecutivo en el aula: de la teoría a la práctica.
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